Por Fabio Martínez |
El 2014 será el año de las grandes decisiones del presidente Juan Manuel Santos. Enfrentado desde el comienzo a la oposición férrea de la extrema derecha, a Santos le queda en este semestre derrotar en las urnas a una oposición que, curiosamente, no viene de la izquierda, sino de los sectores que quieren perpetuar la guerra y mantener un Estado de hacendados y latifundistas.
Santos tiene a su favor el hecho de que el Centro Democrático, donde se aglutina la caverna colombiana, tiene un pasado no santo con sus alianzas perversas con el paramilitarismo, la mayoría de sus congresistas en las cárceles y sus altos funcionarios corruptos, que aún no terminan de expiar sus culpas.
El triunfo de Santos en las urnas dependerá del buen manejo de las conversaciones de paz en La Habana y de su política social, que aún está por verse en el país.
Frente a las conversaciones de paz con la guerrilla, es claro que este va a ser el tema crucial durante el año. Primero, porque llegar a un acuerdo de cesación del conflicto no es fácil; segundo, porque la paz, que es un problema de Estado, va a estar atravesada por una coyuntura electoral que se avecina polarizada.
Santos y sus aliados tienen la ingente tarea de llegar a un acuerdo con las Farc; pero, así mismo, si la guerrilla quiere acabar con cincuenta años de violencia e integrarse a la vida política del país, tiene el compromiso histórico de terminar el conflicto armado y firmar la paz.
El segundo tema que se ventilará será el social, en el que Santos, pese a su legado liberal, aún no ha cumplido.
El problema de los agricultores, que se hizo sentir el año pasado, es muy posible que vuelva a surgir debido a que los desiguales tratados de libre comercio cada vez afectan al agricultor nacional, quien no cuenta con subsidios ni apoyo tecnológico del Gobierno.
El problema del agro en Colombia ha sido fuente de violencia, de riqueza desmesurada y de abandono de la economía alimentaria del país. A excepción de López Pumarejo y Lleras Restrepo, quienes intentaron regular el problema de la tierra, ningún gobierno, liberal o conservador, lo ha tratado a fondo para darle una solución al agro colombiano.
Si el gobierno de Santos quiere pasar a la historia y ser reelegido para el periodo 2014-2018, deberá conducir por el buen camino el proceso de paz, que hasta ahora ha estado lleno de saltos y sobresaltos, y dar un timonazo a una economía neoliberal, donde las compañías y el capital financiero internacional son los grandes privilegiados.
Como lo fue en la patria de Mandela, un proceso de paz y reconciliación nacional debe pasar por una serie de transformaciones económicas, sociales y políticas, que vayan en beneficio del país que todos queremos.
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Fabio Martínez
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