Sep 19, 2024

Adolfo León, el caminante

  • Ago 17, 2016
  • 2233

 

Adolfo León, el caminante

Adolfo León Rodríguez (Q.E.P.D.)

 

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar.

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino:

se hace camino al andar.

 

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

 

Antonio Machado

 

Eso fue Adolfo León, un caminante, siempre en actitud de búsqueda, inquieto amo del silencio, reflexivo y expresivo, contradictorio, incognito, inteligente, pensativo, solidario y soñador.

 

Constante en la búsqueda, nunca renunció a ella, por eso tampoco nunca aceptó sentirse estable en un lugar, prefirió la libertad, quiso ser libre como las aves que en octubre y noviembre llegan a la bahía de Buenaventura huyendo del frio del norte. En su soledad se recreaba a orilla del mar en su ir y venir, escenario que le sirvió de inspiración para cantarle al pacífico que tanto amó.

 

Aferrado al mar, al calor de la selva y a la alegría de las gentes, permaneció por más de 20 años en la Sede Pacífico de la Universidad del Valle, allí trabajamos, me acompañó los 10 años y medio que estuve en la dirección. Rebelde como era su carácter, romántico como era su espíritu, hacían de Adolfo León un hombre inquieto, incognito y soñador, el ambiente lo absorbía y hasta por ratos lo escondía. Hizo del Pacífico su cómplice y compañero de sueños, alegrías y pesares.

 

En este ambiente muchos ratos los pasamos con los compañeros departiendo y escuchando los ritmos alegres y candentes propios del litoral, momentos de bohemia, de los que quedan recuerdos gratos y sentimientos de aprecio y nostalgia porque no volverán.

 

Como profesor fue el amigo, el guía, el maestro, sus enseñanzas partían de la rebeldía de su espíritu, de la pregunta, del dialogo, de Sócrates aprendió el método, el maestro contó con la virtud de llegar a los estudiantes, que siempre lo vieron como el amigo, el guía, eso fue Adolfo León, por eso sus estudiantes lo querían y aceptaban.

 

El amigo, siempre ahí, en el momento oportuno para acompañar y servir, sus reflexiones eran la ayuda para resolver situaciones y problemas, tenía el don de la reciprocidad, generaba solidaridad y el apoyo de los demás, era conciliador y amigable, perdonaba y aceptaba al otro.

 

Adolfo León, se nos adelantó, se fue el caminante, seguirá caminando, un día en el camino lo encontraremos, habrá lugar para grandes tertulias y momentos de bohemia y alegría, así será. Adolfo León el amigo, el maestro, como dicen sus alumnos de la Sede Pacífico, “seguirás en nuestros corazones.”

 

Jesús Glay Mejía Naranjo.

 

El Pacífico, verano del 2016