La ley 1616 de 2013, define la salud mental como un estado dinámico que responde a condiciones externas y se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento e interacción con las demás personas; es componente esencial del bienestar y la calidad de vida y atraviesa cada una de nuestras acciones: es asunto de todos los días, de todos nosotros y de todos los entornos.
Es sabido que la pandemia del covid-19 detonó y visibilizo diferentes crisis en salud mental en el mundo entero, desde los problemas de la vida cotidiana hasta trastornos que no se habían identificado o en los que no se contaba con adherencia a las diferentes alternativas de tratamiento. De hecho, un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud, OMS, estimó que la prevalencia de trastornos como ansiedad y depresión aumentó 25 por ciento en el primer año de la pandemia en todo el planeta.
En este sentido, “representan un recurso para relacionarse con otras personas y con uno mismo. Nuestra salud mental, como país, ha estado sujeta a tensiones permanentes expresadas en determinantes sociales como pobreza, violencia, narcotráfico, inseguridad, etc., que se reconocen como factores asociados a la presencia de alteraciones”, comenta Olga S. Díaz Usme, directora de la Maestría en Salud Mental Comunitaria.
Un aspecto positivo de la pandemia por covid–19, fue el reconocimiento de la fragilidad y necesidad de atención en salud mental, se evidenció que todos necesitamos fortalecer recursos para afrontar de manera efectiva las tensiones que genera la vida cotidiana y que más que un asunto individual, la familia, la comunidad, el entorno laboral y las relaciones que establecemos en los entornos en los que transcurre la vida cotidiana juegan un papel fundamental en el logro del bienestar y la calidad de vida.
“Tenemos derecho a no estar “siempre bien” y podemos compartir nuestros temores y alegrías”
Signos de alarma a los que se les debe prestar atención
Desde la maestría en Salud Mental Comunitaria comparten algunos síntomas que se pueden presentar si la salud mental se está viendo afectada:
- Identificar que las actividades que antes disfrutaba ahora no lo motivan ni las disfruta, sin existir una causa externa que lo justifique.
- Sentirnos sin ánimo para realizar las actividades diarias
- Presentar trastornos del sueño (bien sea no dormir o dormir mucho).
- Cambios en el apetito, come en exceso o come poco.
- Pensar que fracasó o que se decepcionó a sí mismo o a su familia.
- Tener dificultades para concentrarse y finalizar las actividades que inicia.
- Recurrir al consumo de alcohol o sustancias psicoactivas para evadir las tensiones diarias
- Tener dificultades para relacionarnos con otros y con nosotros mismos
Es importante que reconozca factores externos que afectan su salud mental: el transporte, las obligaciones diarias, los problemas familiares, las dificultades económicas, la presión social entre otras.
Si a usted le interesa aportar al cuidado de la salud mental tenga en cuenta
Nos comunicamos de manera verbal y no verbal. Establezca contacto visual, en lo posible no cruce los brazos o apriete los puños, cuando alguien le esté contando cómo se siente, colóquese al mismo nivel de la persona, utilice un tono de voz suave que trasmita seguridad y confianza y lo más importante no finja interés si no lo siente.
Valide los sentimientos del otro y no los juzgue. Emitir juicios de valor sobre los sentimientos y utilizar expresiones como “no es tan importante” o “ya vendrán momentos mejores” desconocen al otro. Recuerde que es él o ella quien mejor conoce su situación.
Acepte y acompañe el silencio del otro. En ocasiones las personas requieren sentirse contenidas y acompañadas en silencio, abrace los silencios, la mayoría de las ocasiones permiten identificar oportunidades de acción y reconocer logros.
Valore la confianza y respete la confidencialidad. Cuando alguien comparte su sentir está abriendo un espacio de confianza que requiere respeto, hacer uso de esa información en otro contexto quebranta la confianza que seguramente va a ser difícil reconstruir.
Evite los juicios de valor sobre las personas, los amigos o las parejas. Centre su interés en la persona que necesita ser escuchada. Ser empático requiere esforzarse por entender la forma en que él o ella vive y siente su realidad.
Recuerde que las emociones y los sentimientos son la respuesta frente a situaciones y que las conductas son expresiones de ellos. Preocúpese por entender las emociones y conocimientos en las que se experimentan.
“En muchas ocasiones nos preguntamos ¿Qué hacer en situaciones que comprometen el bienestar del otro?, ¿Cómo apoyar en crisis? Realmente en la vida diaria, en nuestro contacto con los otros podemos aportar a su bienestar si tomamos tiempo para reconocerlos y contactar con sus emociones y con la forma como está experimentando las situaciones que lo afectan”, menciona Díaz.
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