Los Obispos con jurisdicción eclesiástica en la Costa Pacífica y el Suroccidente de Colombia, expresamos nuestra solidaridad con las víctimas de la grave crisis humanitaria que se vive en el Medio y Bajo San Juan, debido a los enfrentamientos armados entre las AGC y el ELN por la disputa territorial que viene desde hace algunos años y se ha intensificado en los últimos días.
Igualmente, manifestamos nuestra cercanía a Monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, Obispo de la Diócesis de Istmina -Tadó, y a toda la comunidad diocesana de esta subregión del departamento del Chocó.
Nos unimos a las preocupaciones y los llamados que la Iglesia y las organizaciones etnicoterritoriales han emitido en diversos momentos. La realidad dramática que hoy viven comunidades indígenas y afrodescendientes ubicadas en la cuenca del río San Juan, es similar a la que experimentan miles de personas en todo el departamento del Chocó y los departamentos del Cauca, Nariño y Valle.
En múltiples ocasiones, la Iglesia católica, las organizaciones sociales y étnicas, al igual que la Defensoría del Pueblo y la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, hemos puesto de manifiesto lo que sucede en el territorio a causa del abandono estatal y el accionar de los grupos armados. Lamentablemente, el clamor de las comunidades no ha sido escuchado y, en consecuencia, las violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, en lugar de disminuir, se intensifican.
Sólo una mirada humanitaria puede dar respuesta a los flagelos que se viven en gran parte de la Costa Pacífica y el Suroccidente colombiano.
Llamamos nuevamente al Estado colombiano a tomar acciones pertinentes e integrales para garantizar la vida y la dignidad de la población afectada.
Pedimos a los actores armados respetar a la población civil y terminar con las acciones deplorables que han perturbado la vida tradicionalmente pacífica de las comunidades étnicas.
Convocamos al pueblo católico del país a orar por la paz territorial y a obrar con sensibilidad solidaria con los hermanos que sufren la guerra, el hambre y el abandono.
Suplicamos la luz del Padre misericordioso, para responder a los desafíos que se nos plantean desde nuestra fe cristiana. Nos acogemos a la intercesión de Nuestra Señora de las Mercedes, Patrona de Istmina, y venerada de manera especial entre los católicos de la cuenca del río San Juan.
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