En el barrio Miramar, Comuna 5 de la extensa Buenaventura, la vida cambió: ¡llegó el agua potable!, de manera legal.

 

En junio del 2007, este sector llamó la atención nacional porque se desactivó un nuevo petardo que pudo haber aumentado las víctimas cuando arreciaba una ola de atentados en ese tiempo “maldito” que la ciudad prefiere dejar en el pasado.

 

Hoy, la noticia para esta comunidad es más grata. En un trabajo interinstitucional y con sus propias manos, la comunidad celebra contar con el servicio diario de agua potable, una sentida necesidad desde que allí se empezaron a radicar algunas víctimas de catástrofes y conflictos armados.

 

La zona de bajamar de Miramar, contigua a los predios del Cementerio Católico, en medio de los barrios Porvenir y Kennedy y después de 25 años, cuentan desde hoy con redes de acueducto, tanques de reserva, medidores y tuberías internas que les garantizan tener agua potable.

 

En las 270 casas, más de 1.300 habitantes, la mayoría llegados de los cuatro departamentos de la costa Pacífica, podrán abrir las llaves diariamente, entre las 6 y las 11 de la mañana y las 3 de la tarde y las 9 de la noche, un día; y entre las 6 y las 9 de la mañana, al día siguiente, gracias al trabajo de una ONG internacional y el apoyo de HIDROPACÍFICO S.A. E.S.P. y la misma comunidad.

 

A Miramar le cambió la vida y ahora seguirán su camino para lograr que sus menores de 10 años, la mayor población del sector y que tratan de aprender las letras en tres escuelas y dos hogares infantiles, tengan razones para forjarse un mejor futuro.  

 

La inversión superó los 300 millones de pesos y sus habitantes han convenido cuidar la infraestructura instalada, reportar los daños y fugas y pagar cumplidamente la factura por sus consumos.

 

Esta obra es una muestra más que la comunidad puede encontrar sus propias soluciones en armonía y con los diálogos entre las instituciones.