Por

Jesús Glay Mejía N.

 

Gerardo Valencia Cano, es sin duda el hombre de mayor presencia en los últimos 100 años en el Litoral Pacífico colombiano y en la vida de sus pobladores, se puede afirmar con proyección universal, su pensamiento trascendió lo particular del habitante para considerar la condición social del ser, en un continente donde la población afrodescendiente vive en condiciones de exclusión y pobreza.

 

Denunció y se solidarizó con los indios en el Vaupés, los negros en el Pacífico y los pobres del continente, visibilizó las condiciones de explotación, de opresión, sin abandonar el evangelio, pregonó por un mundo basado en el amor al prójimo, en la solidaridad, reivindicó al ser como el eje fundamental del desarrollo, denunció los regímenes opresores, totalitaristas.

 

 

Fue un convencido de la educación como un instrumento de liberación de los pueblos, por eso en Mitú y luego en Buenaventura fundó internados indígenas, colegios para mujeres y hombres, asumió la educación como práctica de la libertad que retomó de Paulo Freire, trajo el programa de Acción Cultural Popular de radio Sutatenza, creó las escuelas populares, fundó la escuela aldea Matia Mulumba, un nuevo concepto de educación a partir de la familia como unidad de aprendizaje. Enseñó con el testimonio de su vida, fue coherente.

 

Muy bien por la decisión del alcalde Distrital, Víctor Vidal, de hacer realidad la cátedra Gerardo Valencia Cano, que debe ser para todos los niveles de la educación incluida la universitaria. Hay mucho que aprender de las enseñanzas del obispo educador,  sobre todo la necesidad de ser coherente entre el pensamiento y la acción.

 

Enero 22 de 2020