Durante más de ocho años, dos tortugas patiamarillas fueron mascotas de una familia bonaverense conformada por dos hijos y sus padres. Los reptiles llevaron una vida domesticada y lejos de su hábitat natural.
Según las declaraciones de la madre de los hoy adolescentes, éstas fueron un regalo para cuando sus hijos aún eran niños, quienes jugaron con ellas y desarrollaron una conexión cercana. La mujer informó que decidió entregarlas porque sus hijos ya crecieron y ella quedó a cargo de los animales.
Cabe resaltar que las tortugas fueron llevadas al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre San Emigdio, en Palmira, donde se definirá su situación, pues a pesar que la adaptación de las mismas al ambiente es buena, el largo tiempo de domesticación deja su impacto.
"Lamentablemente, estas situaciones se presentan mucho en la comunidad. Las personas desconocen la norma y están llevando fauna silvestre a sus hogares, lo cual provoca daños en estos animales sacados de su hábitat natural, con daños directos también a los ecosistemas", afirmó Maryory Márquez, técnico operativo de la CVC.
Es importante que la comunidad tenga conciencia sobre lo cruel que es extraer animales silvestres de su hábitat natural: no solo genera graves daños en ellos y el ecosistema, sino que también es un delito y se encuentra penalizado por la ley. Las especies de fauna silvestre no son mascotas y merecen vivir en libertad.
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