Por: Jesús Glay Mejía N.
Continúa compleja la situación electoral, se percibe un forcejeo entre los extremos, quienes no comparten la negociación con las FARC, estimulados por Uribe salen a apoyar a Duque, a su vez le temen a Petro que coge fuerza, en quien ven al simpatizante del gobierno de Maduro, por esta vía conducir al país a la situación de catástrofe que vive Venezuela y muy temido por sus desaciertos como gobernante de Bogotá, Petro tiene el reto de salirse de este esquema polarizado.
En esta condición el debate político y programático está ausente, las alianzas son un asunto de suma y resta por alcanzar los guarismos electorales necesarios para ganar, lo que importa es la negociación.
En el centro tres candidatos, uno de ellos Vargas Lleras, representa el establecimiento, tiende a decrecer en simpatía electoral, dos candidatos denominados de centro, De la Calle el más capacitado para la presidencia, le cobran haber sido el jefe negociador con la guerrilla, es identificado con Santos a lo que se suma el desprestigio del Partido Liberal, no logra consolidar su candidatura, el otro, Fajardo que inició punteando, comenzó a perder fuerza al haberse anticipado a la alianza por fuera de la consulta que visibilizó a los demás candidatos y la campaña los promocionó políticamente, se le tilda de falto de definición política, su respuesta ha sido no hacerle juego a la polarización buscando una solución que una, antes que dividir, su bandera la lucha contra la corrupción, sin duda, es el principal flagelo del país, que de lograr combatir, los recurso públicos tendrían impacto en el mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de la población.
Hasta ahora, lo que parece claro, no lo está, aún es posible enderezar el debate, esta tarea le corresponde a la ciudadanía y a los candidatos. Hay que llevar a los movimientos políticos a debatir las propuestas, a sustentar las posiciones, a demostrar cómo se va a gobernar, a garantizar un gobierno transparente, de combate a la corrupción, al clientelismo, a las empresas políticas; respetar los acuerdos de paz, para ello deberá exponer reformas, como las va a impulsar y generar confianza. Ante todo, coherencia.
La ciudadanía tiene la tarea de fortalecer la organización, la formación política, la capacidad de control y veeduría ciudadana con criterio independiente, exigir a los candidatos sustenten sus propuestas y garanticen probidad e idoneidad, así como la conservación del Estado social de derecho, la propiedad privada y la libre empresa, un Estado fuerte, con una política fiscal de tributación justa para alcanzar el bienestar colectivo, que controle y maneje los recursos en función de combatir la iniquidad social, la pobreza y generar bienestar y desarrollo humano, esto es posible, otros países lo hacen.
Colombia tiene recursos y capacidades, sabe cuáles son sus males, está en manos de la ciudadanía corregirlos, lo que se logra, sí se valora el voto como acto político y mandato ciudadano.
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