Sep 16, 2024

Dennis Huffington: Una voz líder del Pacífico

  • Dic 15, 2023
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Dennis Huffington:  Una voz líder del Pacífico
Dennis Huffington

 

Por: Salvatore Laudicina

 

En la oficina de PARES Pacífico, ubicada en un modesto edificio del centro de Buenaventura, se producen dos conversaciones simultáneas.

 

La primera conversación transcurre en el presente: Dennis Huffington es un mar en calma, cordial pero no efusivo, mientras el periodista persigue afanosamente la objetividad pese a la familiaridad que nace en ese ir y venir de preguntas y respuestas.

 

La segunda, acaece en el pasado. Huffington sostiene un diálogo con el silencio intrínseco donde guarda celosamente sus vivencias.

 

A decir verdad, esa es la más interesante porque hablar del proceso de paz total que ha emprendido el gobierno nacional con Los Shottas y Los Espartanos, las dos bandas criminales que se disputan el control territorial y económico de la Ciudad-Puerto, exige emprender un periplo a lo más recóndito de su biografía. Allí, moran los recuerdos significativos y las confidencias insospechadas de una violencia que ha tatuado el devenir histórico de sus habitantes.

 

En este punto del trayecto, vale la pena mencionar la llegada de grupos contrainsurgentes a Buenaventura en 1999, integrantes del Bloque Calima, para enfrentar a las guerrillas que dominaban el territorio. Un capítulo obligado para comprender la magnitud de la arribo del paramilitarismo al Valle del Cauca en los años venideros.

 

El Pacífico colombiano ha sido una región azotada por la violencia. Lo que estamos viviendo hoy con los Shottas y los Espartanos, no nace al azar. Encuentra su raíz en el paramilitarismo que llegó a esta ciudad en el siglo pasado y que dejó cicatrices profundas en el tejido social, económico y cultural del territorio”, afirma.

 

Mientras las palabras tejen frases con una calma agradable al oído, puede intuirse que Huffington ha dedicado tardes enteras a leer y escuchar los sentires y testimonios de quienes vivieron en carne propia aquellos días. 

 

“La paz es una prioridad para Buenaventura y la región. Quienes padecen la violencia en el territorio, lo merecen. El gobierno del presidente Petro le está apostando a un Pacífico sin muertos ni violencia y vale la pena creer que es posible”, agrega.

 

Entre un pensamiento y otro, la mudez columpiándose en sus labios, cabe mencionar que su  sobriedad dista mucho de ese imaginario colectivo que se tiene de los afrodescendientes del Pacífico en el interior del país.

 

La mirada meditabunda y una voz grave y sin acento, carente de esa sabrosura que termina convirtiéndose en un cliché tan pesado como un yugo, son idóneas para derribar los imaginarios que perviven en la mente de los citadinos que aún asocian el ser afrodescendiente con la salsa, la inteligencia kinésica para mover magistralmente el cuerpo y una alegría desbordante. Estereotipos racistas pero políticamente correctos en este país.

 

Un estallido insonoro pero ensordecedor, rompe súbitamente el ritmo de la segunda conversación. El estruendo aturde los tímpanos de una soleada mañana que viste las paredes de la Institución Educativa José María Cabal, donde Huffington cursó sus estudios de básica secundaria.  En ese tiempo, Buenaventura remaba las aguas de la zozobra por cuenta de las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

 

Ese fue su primer encontronazo con la violencia. Una violencia que aún está de visita y  anhela ver exiliada en el transcurso de los próximos tres años.

 

De manera inconsciente, llegan a la memoria fechas como el 22 de abril de 2005, día en el que miembros del extinto grupo guerrillero lanzaron una granada que produjo la muerte de un niño y 13 personas heridas.

 

“Los atentados de las FARC marcaron mi adolescencia. Entendí qué significaba el conflicto armado interno que vivía mi ciudad y que había unos actores armados dentro del territorio. Siendo un estudiante de colegio, tuve que convivir con el desasosiego, la desconfianza y la paranoia. Fueron años de caminar la calle con terror, pensando que en cualquier esquina podía haber una bolsa de basura con un artefacto explosivo en su interior”, evoca.

 

Si uno hila los hechos históricos con finura, descubre la amalgama de un pasado donde guerrillas y paramilitares convierten a Buenaventura en su concubina; y un presente disputado por los Shottas y los Espartanos, hijos de la misma madre: La Local, banda delincuencial que vestía de sangre y narcotráfico el puerto y que en diciembre de 2019 se derrumba con el inesperado final de Félix Orlando Luna Angulo, su líder, conocido como Gordo Lindo, quien es capturado por la Fuerza Naval del Pacífico.

 

Cada suceso aciago forma parte del rompecabezas de una ciudad ensombrecida por la llegada del conflicto armado interno, la violencia, el narcotráfico y una guerra a muerte por el dominio del espacio físico. Un rompecabezas que Huffington comienza a armar desde sus días de estudiante de sociología en la Universidad del Pacífico y aún no culmina. Aún falta la ficha más importante: la consolidación del armisticio entre las dos bandas criminales.

 

“Hasta el momento, tanto Shottas como Espartanos han mostrado interés en sentarse a conversar con este gobierno. Lo sucedido hace unos días, es una señal esperanzadora de que la historia del Pacífico colombiano dará un giro positivo”, agrega.

 

Sentado en una pequeña mesa, lugar elegido para dar inicio al juego de preguntas y respuestas, una libreta de apuntes abierta y un bolígrafo a la mano, respira hondo y con una mirada, da su aquiescencia para iniciar la conversación.

 

 

 

El tiempo boga en el aire con afán, como si fuese a caer uno de esos aguaceros inesperados que se posan en el cielo bonaverense de un momento a otro. Simultáneamente, las preguntas claman para existir en la palabra dicha.

 

Hay compromiso, improvisación también: los desaciertos del espacio de diálogo sociojurídico para la construcción de paz urbana en Buenaventura

 

El 04 de septiembre de 2023, la delegación del Gobierno Nacional les informó a los medios de comunicación locales que la tregua entre los Shottas y los Espartanos, acordada el 04 de agosto, se extendería por dos meses más.

 

Esa tarde en el salón del Hotel Cosmos Pacífico, los presentes se mostraban felices por la disminución efectiva de homicidios, enfrentamientos, hurtos, extorsión y otras modalidades criminales.

 

Henchido de fe y gratitud a Dios, el rostro de Monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya era la felicidad hecha carne.

 

Nadando en aquella marea de micrófonos y cámaras, Huffington pidió la palabra para hacer un par de preguntas relacionadas con lo que vendría después de ese tiempo, en materia de avance de la ley de sometimiento, la estrategia de comunicación que se utilizaría de ahí en adelante y el restablecimiento de la economía local.

 

A decir verdad, las respuestas dadas por uno de los delegados no lo dejaron satisfecho del todo. Sí, eran esperanzadoras. Pero no resolvían sus incógnitas.

 

Traer a la memoria lo sucedido ese día, es la antesala idónea para hablar sobre el espacio de diálogo sociojurídico. Espacio cuya conformación presenció el pasado 18 de julio en la Casa de encuentros Heriberto Correa Yepes-Bagnoregio.

 

Si bien hay compromiso por parte de este gobierno, también hay mucha improvisación en el proceso. No hay claridad sobre qué significa la paz total para la región del Pacífico colombiano. Por otra parte, el Comisionado de Paz no ha ofrecido garantías de cumplimiento y se ha mostrado hermético frente al manejo de la información”, explica. “Hace falta una figura institucional que aporte confianza a la negociación.  Las falencias están ahí y no pueden obviarse”.

 

La noticia de la prórroga de la tregua, hasta el 04 de febrero de 2024, alimenta la esperanza de una paz real y duradera para el Distrito.

 

De pronto, Huffington abre la libreta de apuntes y escribe rápidamente una idea que se le viene a la mente. Curioso, el periodista le pregunta sin rodeos por aquello que redactó en aquella arrugada hoja de papel. Silencio fugaz.

 

Como bonaverense y como un profesional comprometido con la paz de Buenaventura, tengo en claro que si bien continúa la red criminal y las economías ilícitas de estas bandas, negarlo sería absurdo, el espacio sociojurídico ha funcionado como un proceso de contención de la violencia. El objetivo es avanzar en la desarticulación de Shottas y Espartanos como estructuras del crimen organizado. Ese es el desafío de este laboratorio que ha emprendido el gobierno nacional. No es fácil, pero tampoco imposible”, detalla.

 

Crítico, objetivo en su lectura de lo que acaece en Buenaventura desde la implementación el espacio de diálogo sociojurídico, agrega: “Otro de los desaciertos (del espacio sociojurídico) es la lejanía de la ciudadanía y la institucionalidad de Buenaventura con lo que está sucediendo al interior de él. Es como si lo que aconteciera allí, fuera un tema exclusivo de algunos”.

 

Los escenarios posibles

 

Hábilmente, sin que el interlocutor se percate de ello, fruto de la segunda conversación, Dennis Huffington se desprende del cuerpo físico. Intangible, recorre los pasadizos de madera que comunican a las casas de palafito del barrio Miramar, localizado en la comuna 5 de Buenaventura, lugar donde nació la guerra de Los Shottas y Los Espartanos.

 

Siendo un fantasma en una escena que transcurre en los últimos meses de 2020, observa al miedo y la zozobra correr como niños traviesos por los rincones de aquellas casas. Al mismo tiempo, escucha la gente rezarle a Dios para que ese día no haya enfrentamiento entre bandas y nadie tenga que llorar a un muerto de su sangre.

 

Tras la captura de Félix Orlando Luna Angulo, líder de la banda La Local, el destino de Miramar es regido por Los Espartanos: microtráfico, extorsiones, fronteras invisibles, sicariato y torturas son la definición más exacta de aquellos días.

 

Un año atrás, en el segundo semestre de 2019, había llegado a trabajar a PARES Pacífico. Como olvidar la impotencia que le recorría las entrañas, cada vez que encendía la radio y escuchaba la noticia de una nueva masacre y un nuevo río de sangre que inundaba la alegría y los sueños de quienes moraban allí.

 

Cuando me preguntan el porqué de la necesidad de la paz total en Buenaventura, me remonto a ese momento. Como sociólogo y como persona, fue muy difícil.  Lo que vivían los habitantes de barrios como Miramar y San Antonio, era una pesadilla.  Al final del día, eres humano y los estragos de la violencia te derriban”, confiesa.

 

De vuelta al presente, albergado en su armazón carnal, no puede escapar a una pregunta atorada en la voz del periodista: En una región dominada por el narcotráfico y las economías criminales ¿El armisticio entre Los Shottas y Los Espartanos significará el fin definitivo de bandas criminales en la Ciudad-Puerto?

 

Frente a lo que suceda con la negociación entre el gobierno nacional y estas bandas, visiono dos escenarios: un primer escenario donde se consolida la paz total con Los Shottas y Los Espartanos y se disminuye el control territorial criminal en la ciudad. Pueden surgir nuevas bandas, pero serían pequeñas y más fáciles de desarticular”, señala. “Un segundo escenario donde no se logra la paz total y entra en la escena una tercera banda, regional, nacional o internacional, para disputarle el territorio a Los Shottas y Los Espartanos. Esto originaría el inicio de una nueva guerra en Buenaventura y sus consecuencias serían nefastas”.

 

Petro, el Pacífico y un sueño llamado cambio

 

Mediodía. Los silencios del periodista y el entrevistado bailan una canción de Bad Bunny  que suena discretamente en la esquina de la calle. Sonriente y amable, pese a que esa hora sale de su oficina para encontrarse con la gastronomía típica en su restaurante favorito, Huffington abre la libreta de apuntes y vuelve a escribir.

 

Sagaz y discreto, quien pregunta mira de reojo las letras consignadas en la arrugada hoja de papel. Intento fallido. Pese a no lograr por segunda vez su objetivo, guarda la esperanza de leerlas antes de culminar la primera conversación.

 

Ahora, hay que centrarse en un nombre ineluctable: Gustavo Petro, presidente de Colombia, el hombre detrás de la paz total que encuentra en Buenaventura el epicentro de un laboratorio social imprescindible para el devenir histórico de la región y el país en los próximos años.

 

El mismo Gustavo Petro no electo y duramente criticado por 10.580.412 millones de colombianos desde el 08 de agosto de 2022, pero triunfador absoluto en la costa pacífica. El porcentaje de votación en el Chocó es prueba fehaciente de ello: 81,94 %

 

El mismo Gustavo Petro que el 07 de julio de este año en el Coliseo Roberto Lozano Batalla de Buenaventura, durante el Diálogo Social por la Vida y la Paz, dijo con tono paternal: “A los jóvenes que andan por allí en los Shottas, en los Espartanos, en los no sé qué de Jalisco, los invitamos a que vengan a estudiar”.

 

Ese día, la noticia de entrega de recursos para la apertura de 1.000 cupos en la Universidad del Pacífico emocionó a los presentes.

 

Es innegable que el Presidente está comprometido con la paz total que ha prometido desde el primer día de su gobierno. Pero, a la par con las virtudes, deben mencionarse sus defectos.

 

Si bien votó por él, Huffington no se priva del derecho a cuestionar el exceso de anuncios y opiniones desatinadas que comunica en sus discursos, alocuciones y publicaciones en redes sociales. Anuncios que podrían jugarle en contra y lo pondrían contra las cuerdas. 

 

Literalmente, pareciera que sigue en campaña. Es un hombre impulsivo y pasional. Pese a ello, las poblaciones de los distintos municipios y zonas rurales del Pacífico siguen creyendo en él y esperan a que se cumplan sus promesas de campaña”, asevera. “El 2024 será un año determinante para él. Su programa de gobierno ya arrancó y los resultados en materia de gestión y resultados, serán claves para recuperar su aprobación y popularidad. De ello, depende que se den los primeros pasos para la transformación social, económica, política y cultural del país”.

 

Al mismo tiempo, deja en claro que el Pacífico colombiano no forma parte del 62% de la desaprobación que hoy impregna las huellas de Petro en su camino como mandatario. Para el periodista, es la oportunidad perfecta para cuestionar si su favorabilidad en la región se centra exclusivamente en el cariño y lealtad del pueblo afrodescendiente de Buenaventura, Chocó y las poblaciones rurales y fluviales; dejando de lado el pensamiento político y un análisis de las posibilidades de lograr el cambio que prometió en sus días de candidato presidencial.

 

“Los votos de Gustavo Petro en el Pacífico se deben  a un tema de confianza por lo que representa. Esa conexión no se logró con otros presidentes en el pasado”, expone. “El sello distintivo de Petro es su discurso. Es ahí cuando establece un vínculo importante con la región. Habla del medio ambiente, nuestras necesidades como grupo étnico y reivindica la importancia y aporte de nuestros antepasados en la historia económica de Colombia”.

 

Suspira hondo, la mirada fija en el rostro del periodista, y agrega: “Dudo que haya un cambio significativo y perceptible en 4 años. Muchos lo teníamos claro desde los días de la campaña. Sería absurdo pensar que eso iba a suceder, cuando Petro fuera presidente. Lo que sí habrá, dependiendo de las acciones de este gobierno, es una ruta más clara hacia esos cambios. Definitivamente, la paz total entre Los Shottas y Los Espartanos será clave en este proceso”.

 

Francia Márquez: la valía de un referente para las nuevas generaciones

 

En la grata conversación de Huffington con su silencio intrínseco, el Dennis del presente abandona nuevamente la armazón corporal para viajar en el tiempo y reencontrarse, cara a cara, con el Dennis alumno de la Universidad del Pacífico en el memorable paro estudiantil de 2011.

 

Vestido de camiseta y jean, la lozanía despilfarrándose en su rostro, fusiona su voz con la del eco juvenil que exigía educación de calidad para el Alma Mater. Fue en ese entonces cuando descubrió su amor por la sociología, siendo estudiante de Tecnología en Sistemas, y un liderazgo que puede definirse como la epidermis de su identidad como afrodescendiente.

 

El periodista, personaje lejano pero inmerso en aquellas reminiscencias tan preciadas, distingue en la mirada juvenil de ese Huffington estudiante, el arrojo y valentía de la líder social y ambiental Francia Elena Márquez Mina, primera vicepresidente negra en la historia de Colombia.

 

Las imágenes de la mujer, oriunda de La Toma (Suárez, Cauca), defendiendo el derecho a la consulta previa de su comunidad en 2010 para defender su territorio y liderando la Marcha de los Turbantes en 2014, donde más de 70 mujeres emprendieron una caminata desde Cauca hasta Bogotá para defender el territorio de la minería ilegal, en el Ministerio del Interior, revolotean en el aire.

 

Es aquí cuando Huffington abre por tercera vez la libreta de apuntes y escribe en una página aparte, una palabra visible para quien pregunta: referente. Acto seguido, expone la importancia del triunfo de Márquez para los jóvenes afrodescendientes del país:

 

No es un triunfo exclusivo de Francia Márquez. También ganaron los niños, adolescentes y jóvenes afrodescendientes del Pacífico y del país, quienes encontrarán en ella una historia de empoderamiento, liderazgo y superación que se convertirá en una motivación para alcanzar sus sueños”.

 

Como olvidar uno de los fragmentos más memorables de su discurso, el día de la victoria en las urnas, aquel 19 de junio de 2022:

 

“Después de 214 años logramos un gobierno del pueblo, un gobierno popular. El gobierno de la gente, de las manos callosas, el gobierno de la gente de a pie, el gobierno de los nadies y las nadies de Colombia”.

 

Pero a la par con la admiración, dejando a un lado la etnia y los sentires, Huffington también admite la inexperiencia y las debilidades de Márquez como servidora pública; mismas que se ven reflejadas en el 63% de desfavorabilidad en una encuesta polimétrica realizada en el mes de septiembre.

 

Francia está aprendiendo sobre política. Su pensamiento es el de una líder social que ha luchado sin descanso por los derechos y el bienestar de su comunidad, y tendrá que amoldarse a las funciones y responsabilidades que ha adquirido al formar parte del gobierno. Innegablemente, ha cometido errores y eso le ha costado favorabilidad”, sustenta. “Además, debe cumplirle a sus electores. El Ministerio de la Igualdad será su prueba de fuego. Allí, deberá demostrar sus competencias y su capacidad de gestión”.

 

Jugar Yeimi y celebrar la inocencia: una infancia que se merece esta generación

 

Resignados a su suerte, desesperados por despegarse de las sillas y retornar a sus cotidianidades, exhaustos de la proximidad, los cuerpos mitigan la fatiga propia del mediodía con las risas provocadas por un comentario esporádico del periodista, relacionado con ese par de preguntas, las últimas, que busca con desespero desde hace treinta minutos.

 

Las ingurgitan despacio, como si fuesen un bocado delicioso e irrepetible, seguros de que seguirán ahí, atados a una conversación que insiste en alargarse. Lo que no imaginan es que la paciencia de Huffington, el repentino mensaje recibido en su teléfono celular y  un reloj que marca las 12:30 pm, se han puesto de acuerdo para anunciar implícitamente el final de la entrevista.

 

Un gesto sutil pero diciente en el entrecejo del sociólogo, les pide con caballerosidad a esas dos preguntas que salgan de su escondite. La primera, relacionada con la importancia de la paz total para el presente y futuro de Buenaventura, asoma el rostro con timidez. Para sorpresa de quien pregunta, ese rostro es el de aquel Huffington niño que corría en 1999 a sus anchas por las calles del barrio Juan XXIII y jugaba Yeimi con sus amigos.

 

Hábilmente, sin que el interlocutor se percate de ello, es ahora el periodista quien se desprende del cuerpo físico. Intangible, se impregna de las aromas de la felicidad genuina que se respiran en el ambiente de uno de los barrios más tradicionales de la ciudad a finales del siglo pasado.

 

Es domingo y cae la tarde. Afuera de las casas, la gente conversa plácidamente mientras sus hijos saltan, gritan y ríen al unísono. Alrededor, se escucha la música de Los Hermanos Lebrón, Celia Cruz y Willie Colón. Literalmente, aquello es una fiesta. Eso era Buenaventura en aquellos tiempos: una fiesta constante.

 

La infancia y la adolescencia de esta generación, no ha conocido la paz en el territorio. Han crecido entre la zozobra y la incertidumbre, provocadas por una guerra que no les pertenece”, dice a manera de catarsis. “Es algo que me duele, porque mi niñez fue como la de muchos niños del Pacífico que nacieron en la década de los ochenta: jugar en las calles y disfrutar con inocencia y libertad. Como bonaverense, quiero que las nuevas generaciones vivan en una ciudad donde ser niño vuelva a significar estar ajeno al conflicto armado interno y limitarse a ir al colegio, hacer travesuras y ser feliz”.

 

Un chillido. El  hocico de un animal alcanza a divisarse  en aquel escondrijo imaginario. Le pertenece a la segunda pregunta, centrada en el futuro político del país. Con una paz total en marcha y un Pacífico expectante en las promesas de cambio, vale la pena pensar en ese 07 de agosto de 2026, cuando Gustavo Petro abandone la Casa de Nariño.

 

“Creo que el próximo gobierno va a ser en coalición de izquierda, centro y derecha moderada. Esto dependerá de la gestión del presidente Petro en temas tan cruciales para el país como la paz. Hay que dejar algo en claro: la paz no es petrista, en el sentido de pensarla como una estrategia política para mantener al Pacto Histórico en el poder en el próximo período. Es un anhelo de Petro como mandatario y colombiano. Son dos cosas distintas. Por el bien de Buenaventura, del Pacífico y de Colombia, esperemos que se logre”, concluye.

 

Esos nuestros que duelen, esos vivos que alientan

 

Los silencios se besan apasionadamente. Acto seguido, Huffington abre la libreta de apuntes y regresa a la arrugada hoja de papel. Sin disimulo, la curiosidad del periodista se sale con la suya y lee lo allí escrito. En una camada de frases tachadas por el puño de su hacedor, sólo una sobrevive:

 

Paz para que los nuestros descansen en paz.

 

Llegan al pensamiento con la velocidad de una liebre las víctimas de los atentados de las extintas FARC, las víctimas del paramilitarismo, los 12 jóvenes de Punta del Este, el líder social Temístocles Machado y los demás líderes asesinados en Buenaventura, los muertos de La Local, los muertos de Los Shottas y los muertos de Los Espartanos, la pequeña Kimberly Quiñones Hinestroza, asesinada por una bala perdida en julio de este año, y los muertos de los que nadie se acuerda pero que también le pertenecen a  una violencia feroz que se devoró en una dentellada la confianza y el bienestar.

 

Pero también están los vivos, esos que no pierden la esperanza pese a los sucesos aciagos que han enlutado la cotidianidad del territorio. Memorias y voces de una historia que relee constantemente para obsequiarse a sí mismo la fuerza para no desfallecer en su propósito de contribuir a la transformación positiva de Buenaventura.

 

He ahí la poderosa razón por la que Dennis Huffington siempre sostendrá una conversación simultánea con su silencio intrínseco en las oficinas de PARES Pacífico.