Jesús Glay Mejía Naranjo
Hoy, es común escribir sobre Buenaventura y sus múltiples problemas que limitan las posibilidades de avanzar en un proyecto de desarrollo humano y territorial, que contribuya a superar la pobreza y exclusión social. Tema sobre el cual he sido reiterativo, pues considero que solo cuando se creen las condiciones subjetivas en cuanto a trabajar el fortalecimiento del Ser, de la ciudadanía y objetivas como la institucionalidad y la gobernabilidad; alcanzarlas requiere formar al nuevo sujeto social, tarea que se inicia en el hogar, desde el momento del nacimiento, continúa en la escuela y en el curso de la vida.
El territorio no puede continuar como objeto de abuso por la apropiación de los bienes públicos por quienes se benefician del poder local, significa negar a los más pobres el acceso a los bienes públicos, conducta que contribuye a reproducir la pobreza, a negar las posibilidades de la persona de transformar su condición social al impedir el disfrute de los bienes sociales en educación, salud, bienestar, recreación entre otros. En estas condiciones no hay recursos que se traduzcan en valor público, el resultado es el despilfarro y la corrupción, lo más grave, estas conductas son reproducidas e imitadas por las generaciones futuras, de no asumirse una posición radical de superar estos males por el conjunto de la sociedad.
La corrupción es un mal que corroe la sociedad, debilita la democracia, ha permanecido oculto por décadas, solo ahora se toma conciencia de su magnitud y del daño que ocasiona, el momento llama a la reflexión y a la acción, resolver el problema es responsabilidad de todos, no es el tiempo de calificar a los buenos y a los malos, toda la sociedad es responsable, por acción, por omisión, indiferencia, y en muchos por que se ha apoyado la designación de funcionarios proclives a estas prácticas por la forma como han llegado al poder mediante prácticas clientelistas y favores, lo que se constituye en un común denominador del ejercicio de la política en el país, que hay que cambiar ya.
La corrupción no se combate solo con controles y leyes, esta demostrado que a más controles y requisitos más corrupción. Lo primero es construir el nuevo sujeto social, fundamentado en principios éticos de respeto por lo público, en valores fundados en los derechos humanos, sociales y políticos, en otras palabras, la práctica de la política a partir de la ciudadanía, del ejercicio de la democracia. Lo público es sagrado, como lo plantea el maestro Antanas Mockus.
La era del post conflicto será también de la lucha contra la corrupción. La tarea que sigue es formación política de la ciudadanía, fortalecer la capacidad de control y veeduría ciudadana, afianzar el Estado social de derecho.Es el momento de la gran revolución social que comienza por formar a los niños para mañana como ciudadanos, ser los responsables de conducir la ciudad a su condición de territorio de desarrollo y bienestar humano.
Jesús Glay Mejía
Abril 25 de 2018
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