Por Jonathan Hurtado-Carabali
Luego de ocho semanas de un pico de violencia que ha generado movilización y volcado la mirada nacional e internacional hacia Buenaventura, el principal puerto de Colombia. Ahora, el debate se centra en las soluciones al trasfondo de la crisis.
46 Noches de Zozobra
Desde hace cuatro días los disparos se silenciaron, en parte, gracias a un helicóptero de vigilancia que sobrevuela la ciudad. Su ruido, igual de invasivo al de las balas, se mezcla en mi cabeza con una cascada de pensamientos que me invaden tras las visitas y llamadas que realicé para entender lo que está viviendo la ciudad. Según el Ministerio Público y el gobierno distrital, hasta el momento, cerca de 3.000 personas se han desplazado a otros barrios y ciudades, por lo menos 33 personas han sido asesinadas y aumentaron delitos como la extorsión, el hurto a personas y denuncias de desapariciones.
Por su parte, el alcalde, Víctor Vidal, pidió el viernes pasado en reunión de la Comisión Intersectorial para la Respuesta Rápida a las Alertas Tempranas — CIPRAT, un Plan de Seguridad con Pertinencia “…para hablar de seguridad no sólo en la coyuntura sino a largo plazo y que sea la legalidad la que controle el territorio y no la ilegalidad”.
Este lunes, la comisión de Derechos Humanos del Senado de la República sesionará en
Buenaventura para escuchar a la población. Pero el efecto de la tendencia #SOSBuenaventura para exigir al gobierno nacional articulación y acción inmediata pronto dejará de ser una prioridad en la agenda de medios a pesar del eco en la comunidad internacional.
De otro lado, aunque se anunció un plan de emergencia con pie de fuerza, tecnología y atención integral a víctimas, la zozobra continúa, pues la presencia de actores armados ilegales en los barrios y sus acciones criminales no dan tregua.
Avances y tropiezos
Los desafíos en materia económica, de empleabilidad, acceso a servicios básicos, entre otros, están claramente identificados y con soluciones escritas en la ley 1872 del 2017 que creó un fondo económico y dispone medidas adicionales para el desarrollo integral de Buenaventura, hecho histórico logrado en el paro cívico.
Tres años después de la movilización, el comité ejecutivo del paro manifiesta que, a la fecha, el gobierno nacional solo ha cumplido el 17 % de lo pactado. Y, a pesar de la victoria en las urnas del líder Víctor Vidal, los cambios llegan lentamente y las críticas, tanto al comité como al alcalde, han aumentado en el marco de la actual ola de violencia pues les critican la timidez de sus acciones y pronunciamientos.
La crisis de la pandemia fue aprovechada por el gobierno distrital para acelerar la gestión en infraestructura de salud. Por ejemplo, con la apertura de la tan anunciada Unidad de Cuidados Intensivos del hospital público y la adecuación de algunos centros de salud en zona rural.
El alcalde ha defendido la gestión de su gobierno en aspectos como educación, salud, infraestructura; también ha reconocido que necesita hacer cambios en su gabinete, al tiempo que intenta hacer un cambio en la forma de gobernar y “romper con las dinámicas normalizadas de corrupción”.
Mientras tanto, la presión continúa en una ciudad que hace poco dio un paso en las urnas para romper la bochornosa secuencia de alcaldes presos, lo que genera un ambiente más propicio para exigir al gobierno nacional cumplir su parte, y también articular fuerzas a nivel local y con el sector privado para avanzar.
El empleo, una salida a la violencia
La generación de empleo ha sido tema constante en campañas políticas nacionales y locales, pero el avance en este sentido ha sido poco. Según la Cámara de Comercio de Buenaventura, sólo 3 de cada 10 bonaverenses tiene un empleo formal y el 26 % de la población activa está desempleada, 10 puntos por encima de la tasa nacional (15.9 %), según datos del DANE.
Sin embargo, atraer la inversión en industria que genere valor agregado a la actividad portuaria, que reactive el sector pesquero y desarrolle otras bondades productivas de la región, requiere de mejores condiciones, entre ellas, un Plan de Ordenamiento Territorial actualizado que establezca con claridad las reglas de juego, acceso a servicios, seguridad y menos burocracia.
En este sentido, además de capacidad técnica efectiva, se requiere que todas las fuerzas de Buenaventura se pongan en sintonía, a pesar de sus diferencias ideológicas y emotivas, para que la ciudad avance. Gobierno, sectores políticos, empresarios y comunidad deben caminar en la misma dirección.
La ciudad y cómo se percibe
Es innegable que la ola de violencia y la tendencia de la palabra Buenaventura en la agenda pública va a generar una crisis de percepción de la ciudad, reforzando una misma narrativa, casi siempre estereotipada. Por eso, es importante que tanto líderes sociales, como empresarios, políticos y gobiernos entiendan la necesidad de mandar al mundo un mensaje de unidad.
Otras narrativas: los esfuerzos y logros de los hijos de Buenaventura como JJ en la Jugada, quien visibiliza el trabajo de jóvenes que están forjando su proyecto de vida a través del deporte; Jary el Primo Hermano con su Palenque donde enseña a niñas y niños a interpretar música del Pacífico, y muchos más que desde las artes y la academia construyen una Buenaventura diferente, merecen igual o mayor reconocimiento que los actores violentos de la ciudad. Buenaventura necesita contarse a sí misma de una manera potente, que pueda articularse a través de una marca de ciudad y exponer lo mejor de sí.
Por eso, tanto en los artículos que por obligación ética y humanitaria he escrito sobre la ola de violencia, como en los siguientes, continuaré destacando el trabajo positivo de otros bonaverenses.
UBUNTU: Soy porque somos
Si hay algo que caracteriza a los bonaverenses, y particularmente a los jóvenes, es su fuerza e iniciativa. Siempre están presentes. No sólo con la movilización en las calles o en internet, sino poniendo al servicio de la ciudad sus voces, arte, ejercicio profesional y todo lo que tienen a su alcance para visibilizar la problemática. Además de dar alivio a sus comunidades con iniciativas que van desde campañas de recolección de alimentos y enseres para quienes más lo necesitan, jornadas lúdicas y deportivas, hasta redes de apoyo para promover el acceso a educación y empleo.
María Isabel Hurtado es la directora del Club de Lectura Mariposas de Amor, junto a otras ocho mujeres y con el apoyo de aliados, promueven la literatura, ayudan a hacer tareas y brindan alegría a niñas y niños del barrio Juan XXIII, uno de los tantos afectados por las balaceras y hostigamiento de los últimos meses.
Una vez a la semana llevan a niños del sector a conocer y disfrutar espacios públicos que para muchos de ellos son un privilegio al que no pueden acceder frecuentemente.
“La actividad de este fin de semana fue muy linda, muchos de los niños que llevamos al centro estaban desplazados en otros barrios. Llamé a las mamás y nos pusimos de acuerdo para que pudieran disfrutar un momento de alegría. Incluso, algunas madres decidieron regresar ayer mismo a ocupar sus casas. Esto me llena de mucha felicidad y con la solidaridad de otras personas vamos a seguir beneficiando a más niños”.
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